El objetivo fundamental para la implantación de un sistema de Atención Centrada en la Persona en los servicios de atención a la dependencia, es facilitar el cambio de modelo de cuidados, para que la organización y los recursos estén al servicio de las personas, y se orienten hacia las buenas prácticas y la calidad de vida.
Para avanzar en el establecimiento de un modelo de cuidados enfocado hacia la dignidad de las personas, se deberá actuar sobre dos dimensiones que son clave en la trasformación de la cultura de centro: procesos de atención y vida cotidiana, y el espacio físico y ambiente cotidiano.
La intervención sobre estas dimensiones, así como sobre las personas implicadas en los procesos relacionados (personas usuarias, familias, profesionales, agentes sociales de la comunidad), será el inicio del cambio hacia un modelo de atención basado en las buenas prácticas.
Los principios rectores que fundamentan los servicios basados en el modelo de Atención centrado en la Persona están completamente alineados con las políticas de servicios sociales emergentes, las cuales promueven la implantación de sistemas de calidad que establezcan procesos esenciales centrados en las personas usuarias. Por tanto, el modelo de Atención Centrada en la Persona es una metodología de intervención y cuidados totalmente orientada al cumplimiento de los requisitos exigidos en la reglamentación normativa vigente en la actualidad, o que se encuentra en fase de elaboración y aprobación.
La ACP consigue efectos positivos en el cuidado y en quienes intervienen en este proceso (personas usuarias, familias y profesionales).
La aplicación de estos modelos en centros residenciales, frente a los modelos asistenciales tradicionales, presenta diversos beneficios:
- Conseguir un mayor bienestar de las personas, especialmente en la reducción de la agitación de las personas con demencia;
- Obtener a efectos positivos en las familias de las personas usuarias que son atendidas en centros, tanto en relación al incremento de la satisfacción sobre la atención recibida como a su implicación y colaboración en el cuidado;
- Generar cambios en los profesionales (tanto en actitudes como en sus prácticas y en la organización del trabajo) que favorecen una atención más personalizada.
- Lograr efectos positivos en los propios trabajadores como una mayor satisfacción en el trabajo o la reducción del estrés laboral y del burnout.